Así, empezaba uno de los pedazos del pregón de la Hermandad de la Flagelación, y hoy quiero de nuevo dedicarles unas palabras a quienes tienen la dicha de pasear cada miércoles santo al Jefe de la Ciudad y del Universo Mundo; a ellos porque con ellos he vuelto a rememorar un miércoles santo que ya hacia mucho que no vivía, bajo las entrañas de su paso de misterio, a ellos porque con ellos he vivido emociones muy grandes a lo largo de los años y me han hecho sentir muy querido; respeto admiración y cariño que yo también les profeso a ellos, porque con ellos siempre me he sentido en la Gloria del Miércoles Santo.
Y sobretodo a ellos porque tras un paréntesis bastante largo me he encontrado una cuadrilla muy unida con las mismas caras merodeando bajo las trabajaderas de la impresionante galera en la que se convierte ese submundo de faldones adentro; a ellos porque me han hecho sentir como si nunca me hubiera ausentado, a ellos porque son una cuadrilla de mucha mucha categoría, aunque algunos de ellos casi ni se lo crean, a ellos porque con ellos no se puede sentir el miedo que me invadía antes de empezar la singladura del miércoles santo.
A ellos porque otra vez he vibrado en la Merced como si fuera un niño al que no sabe lo que le espera tras el papel del regalo que le acaban de entregar, a ellos porque las zancadas de antaño cada día son mas izquierdos y de mayor categoria, a ellos en los que también incluyo a los contramaestres de ese barco porque sin su cariño, todo hubiera quedado huerfano, a ellos en definitiva porque son la mejor cuadrilla que te puedas echar a la cara y con la que además de estar convencido de lo que estas haciendo, nunca debes tener miedo, a ellos muchas GRACIAS.
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