lunes, 10 de agosto de 2015

LA GLORIA DE LOS CIELOS


Quizás estés ahí siempre, pero yo algunas veces no te encuentro. Quizás no te busco todos los días pero siempre te encuentro. No dudo de tu paciencia, ni de tu perseverancia pero yo a veces te anhelo. A lo mejor no siempre te llamo, espero a ser llamado. A lo mejor me das cuerda, para que cabalgue de nuevo a tus marismas y después del cansancio vuelva  a tu encuentro. O a lo mejor no me buscas porque sé que te tengo.

Yo te veo cobijado en brazos de la que más quiero, pues una madre aunque lo dudes, siempre es lo primero. Una madre que te acuna que te enseña  y  te da salud, consuelo, te libra del dolor y siempre te espera a tu vuelta. Una madre es la que te da la luz como buena intermediadora, una madre te comprende  y te atiende aun el desaliento. Una madre que te da de nuevo vida y no la tuya sino la que nace de tus adentros, pese a que tu no llegues ni a sospechar lo que es la vida porque nunca la tuviste dentro.

Hoy vuelvo a mirarte, y se que te tengo. Hoy vuelvo a sonrojarme por atreverme a ponerme tan cerca. Hoy vengo de nuevo con el alma encogida y la voz muda por no saber ni que ponerme para vestir mis entrañas.

Quizás  estés ahí siempre al cobijo de una madre que es la que yo mas quiero. Quizás te busco y yo no te encuentro, pero me basta saber que eres el hijo predilecto, el de los zapatos de oro de un pueblo que tiene por reina a una  madre que es la Gloria de los Cielos.