Después de una mala temporada, en la que no pude mirarte si no era a través de una lente, después de reconciliarnos temporalmente en una extraordinaria de las que piden el carné de costalero, me asomo a tu balcón y acaricio tu zanco, al son, tu son, el compás del arte en la mecía armoniosa de las caídas de tu palio. Acaricio tu zanco, y pido el consuelo que alguna vez me quisieron negar... Estoy aquí otra vez Madre Mía, no sé por cuanto tiempo, lo que si sé es que siempre estaré donde me pongas, y disfrutaré de cada día como lo hice del Miércoles Santo en el segundo tiempo, cuando los kilos acuciaban. ¡Dios te Salve María, Madre del Consuelo!
Fotografías: JaviCeci Fotógrafos
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