sábado, 28 de marzo de 2009

CUANDO MAMÁ VIENE A VERME...

...yo no sé que hacer, si subir, bajar, o esperar.

Cuando Mamá viene a verme
es mi corazón el que acompasa
el andar de los que soportan
el peso de un Consuelo
que se hace cada vez más latente.

Cuando Mamá viene a verme
se me seca la garganta
y las fotos desenfocan,
es un momento en que todo se vuelve inerte.

Cuando Mamá viene a verme
no viene a reprimirme,
viene a perdonarme,
viene a súplicas concederme.

Cuando Mamá viene a verme
no es que no quiera centrarme
es que no tengo sentidos para nadie.

Cuando Mamá viene a verme
Jesús, el del Nadel, se vuelve la persona
más sensible que existe;
las farolitas innovadoras que han puesto en mi calle
iluminan con la más bella luz su talle;
el pianista del Guridi evoca sus sones,
esos que sus hijos sentimos sin condiciones;
Esteban, el portero, pone el cartel de
"Hoy, a las 22.00 reunión de vecinos",
para que todos puedan mirarla sin vaticinios;
el borracho de todas las mañanas
espera sentado en el butano,
para, al ver su cara,
tener unos tientos que inventarse mañana;
La luna se acerca,
y al oído le susurra
"ya no puedes ser más bella".

Nadie se queda pasivo ante Ti,
la Reina de los corazones,
que cada Miércoles Santo estremecen,
y con mucho mimo se mecen
para que Ciudad Real desembarque
sus múltiples oraciones.

Ay, Consuelo,
razón de mis desvelos,
que yo no lo quise,
pero grande será el anhelo.

Y será al embocar el pasaje,
será que ya no lo pienso...
tras nubes de incienso
¡¡no existe más bello paraje!!

Ya no será mi costal
el que tu trabajadera pise,
ya no será mi faja
la que tu zanco suavice.

Ay, Consuelo,
razón de mis desvelos,
que yo no lo quise,
pero grande será el anhelo.

El penúltimo viernes de Cuaresma, como ya viene siendo tradición, desde hace 3 años, Mamá para en mi casa de nuevo, antes de continuar hacia su techo inhóspito provisional del Guardapasos. Y digo que vuelve de nuevo, porque ella siempre permanece aquí, ella siempre va conmigo, ella me protege y me arrulla, y cuando las cosas vienen mal dadas me ofrece hasta el pañuelo con el que seca sus lágrimas de amargura para ofrecerme el mayor consuelo que una Madre puede ofrecer a su hijo.

Muchos de ideas fijas, cabezas cuadradas, abogados de lo absurdo e irreverentes "cabezasinmuelle" no se dan cuenta de que Ella está por encima de ellos. Intentan manipular dañinamente sirviéndose de riendas y estribos para pasar por la historia de esta, la Hermandad de todos sus hermanos, quedando como seres superiores a los que no tienen la desgracia de no tener un báculo en la mano y una corona en la cabeza para marcar el camino de la cofradía. Y ahora pregunto yo, ¿qué más corona señora que la que llevas en tu cabeza?, ¿qué más báculo que los flagelos que azotan a tu hijo?, ¿qué más vara que las que soportan tu peso y el de tu hijo en el traslado, aunque no sean doradas?...

Y no sé si será coincidencia que sea tu advocación la que más se ciña a lo que falta me hace en estos tiempos de exilio, y no sé si será coincidencia que toques a mi puerta tres años seguidos... lo que si estoy seguro es que lo nuestro no es coincidencia... porque se da la extraña circunstancia que nacimos casi juntos y ya nada ni nadie nos separa. No levantaba un palmo del suelo cuando los brazos del que expuso y dió su vida por ti me acercaban a tus manos para besarlas, por eso cada día lo tengo más que claro... "Madre no hay más que una, y a los que rigen los designios de nuestra Hermandad los encontré en la calle..."

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