Desde siempre creí que mis confesores estaban destinados a estar separados, sobre todo porque cada uno de ellos marcó etapas distintas de mi vida, y nacieron en épocas separadas.
Podríase decir que fue mi madre Consuelo la que me recibió tras el parto de mi madre natural, ella desde el principio, me arrulló con las más suaves sábanas y me dedicó sus mejores cuidados en mi más tierna infancia, aunque mi trasero sufriera más de la cuenta tras recibir los fuertes bimbazos de mi gente de abajo por ir montado sobre la parihuela de ELLA. Las anécdotas que sobre esa parihuela pasaron son innumerables e inenarrables. Esta etapa finalizó para mí con una Cruz de Mayo por un barrio volcado con la Hermandad, y una Hermandad volcada con un barrio.
Fui creciendo, y empecé a ser Cautivo de un mundo en el que su verdadero pendón lleva por nombre "insidia". Vi nacer esa cautividad, cerca de la cordobesa plaza de "las tendillas". Me hizo ilusión fraternizar con unas personas que luego, como el que va en la trasera de su misterio, miraron para otro lado. Aún así "Los Ángeles" cuidan de una persona íntegra, leal y fiel a sus principios, que sin entrometerse en nada más allá de lo que verdaderamente le llama, realiza una función casi vital en esa Hermandad. Muchas fueron las tardes y las horas dedicadas en ese cocherón, y muchos los mimos y los sueños contados que luego se hicieron realidad. Esa retahila de marchas que silbábamos como si de Julio Vera se tratase aderezaban el sofocante calor cordobés, mientras que sin darnos cuenta estábamos uniéndonos más de lo que eramos conscientes. El montaje de los pasos en miniatura, nuestras competiciones de detalles cofrades, observación y aprendizaje de otros acólitos, viajes a la mítica y mágica... Ver nacer una de las Hermandades punteras hoy en día gracias al trabajo de otros y esa amistad, fue lo que me quedó de esa etapa (y no es poco, porque hoy en día salir ganando algo de una cofradía es muy difícil).
Y tras otro insidioso varapalo de unos amenazados costaleros y miembros de junta a la vez, y medio año de relax, llegó otro gran reto. La reconstrucción de una legión que se encontraba en horas bajas. Y llegó el Panoramix de mi Padre, y con su pócima mágica, en la que mezcló experiencia, ilusión y saber hacer costalero, supo reponer fuerzas en unos legionarios del perchel que mostraron orgullosos lo que significa Caridad en Ciudad Real. Porque Caridad en Ciudad Real es mucho más que mostrar tu pecho herido, es más que Longinos, lanza en mano y arrepentido, en la plaza de Agustín Salido, y más que Sor Ángela emocionada porque lo llevan bien dormido. Caridad en Ciudad Real es fragancia de resurrección, es ave fénix entre las pavesas, orgullo costalero y un -ahi queó pa el que no se lo creía-. Mis legionarios del perchel tienen bien ganado ese título a sangre y fuego. Puedo estar orgulloso del trabajo que Mi Padre ha realizado estos 5 años, creo que es algo incuestionable.
A la vez que vislumbré Caridad, la niña de mis ojos, Consuelo, en los años de inicios costaleros me embelesó para que al año siguiente fuera mi mano derecha en su zanco la que devolviera las caricias que siempre me habia brindado. Me dejé engañar y acabé metido hasta el corvejón, desoyendo los consejos paternos del modus operandi de cierto personaje. Me propusé un reto, y ahí está para la Ciudad Real cofrade y costalera. La cantera está asegurada si se sabe llevar. Vuelvo a sacar unas verdaderas y leales amistades de gente que, como yo, no se calla y dice las cosas por su nombre, por eso somos tachados de malos malísimos, pues "Señor, acuérdate de nosotros cuando llegues a tu reino". Manuel, Marce y Alberto, espero que esto sea para muchos años, más del doble de los que llevamos en la hermandad, que no son pocos.
Hoy por un "ron" con cocacola han llegado a mis papilas gustativas varios sinsabores. No poder ser partícipe de una efeméride tal, como la que tiene lugar en nuestra tierra bendita no es lo que duele, sino no poder hacer lo que soñaba hace ya varios años, pisar el mármol catedralicio con mi madre y darle verdadero sentido a una estación de penitencia.
Hoy los dos se miraron, y sintieron lo mismo que yo siento cuando yo los miro a ellos, y se les puso un nudo en la garganta, sabían quienes eran y lo que para mí significaban. María del Consuelo le desató las manos para que Jesús Cautivo pudiera acariciar su sofocada tez y así consolarla. Es la primera vez que se ven, y seguramente la única que lo hagan, pero se llevan mi alma dividida en dos. Hoy los he mirado a los dos, y se ha unido el alma que tiempo ha estaba partida. Desde hoy y hasta el domingo estaré más en calma que nunca porque os veré a los dos juntos, y no será cautivo tras una puerta, sino en vuestros majestuosos altares. Solo os pido una cosa: "dadme la mitad de lo que me habéis dado y mantenedme lo que de verdad quiero".
"Hoy los dos se han mirado, hoy he mirado a los dos, y mi garganta se quedó en la soga que sujeta el sayón y mis lágrimás reflejaban las suyas."
Podríase decir que fue mi madre Consuelo la que me recibió tras el parto de mi madre natural, ella desde el principio, me arrulló con las más suaves sábanas y me dedicó sus mejores cuidados en mi más tierna infancia, aunque mi trasero sufriera más de la cuenta tras recibir los fuertes bimbazos de mi gente de abajo por ir montado sobre la parihuela de ELLA. Las anécdotas que sobre esa parihuela pasaron son innumerables e inenarrables. Esta etapa finalizó para mí con una Cruz de Mayo por un barrio volcado con la Hermandad, y una Hermandad volcada con un barrio.
Fui creciendo, y empecé a ser Cautivo de un mundo en el que su verdadero pendón lleva por nombre "insidia". Vi nacer esa cautividad, cerca de la cordobesa plaza de "las tendillas". Me hizo ilusión fraternizar con unas personas que luego, como el que va en la trasera de su misterio, miraron para otro lado. Aún así "Los Ángeles" cuidan de una persona íntegra, leal y fiel a sus principios, que sin entrometerse en nada más allá de lo que verdaderamente le llama, realiza una función casi vital en esa Hermandad. Muchas fueron las tardes y las horas dedicadas en ese cocherón, y muchos los mimos y los sueños contados que luego se hicieron realidad. Esa retahila de marchas que silbábamos como si de Julio Vera se tratase aderezaban el sofocante calor cordobés, mientras que sin darnos cuenta estábamos uniéndonos más de lo que eramos conscientes. El montaje de los pasos en miniatura, nuestras competiciones de detalles cofrades, observación y aprendizaje de otros acólitos, viajes a la mítica y mágica... Ver nacer una de las Hermandades punteras hoy en día gracias al trabajo de otros y esa amistad, fue lo que me quedó de esa etapa (y no es poco, porque hoy en día salir ganando algo de una cofradía es muy difícil).
Y tras otro insidioso varapalo de unos amenazados costaleros y miembros de junta a la vez, y medio año de relax, llegó otro gran reto. La reconstrucción de una legión que se encontraba en horas bajas. Y llegó el Panoramix de mi Padre, y con su pócima mágica, en la que mezcló experiencia, ilusión y saber hacer costalero, supo reponer fuerzas en unos legionarios del perchel que mostraron orgullosos lo que significa Caridad en Ciudad Real. Porque Caridad en Ciudad Real es mucho más que mostrar tu pecho herido, es más que Longinos, lanza en mano y arrepentido, en la plaza de Agustín Salido, y más que Sor Ángela emocionada porque lo llevan bien dormido. Caridad en Ciudad Real es fragancia de resurrección, es ave fénix entre las pavesas, orgullo costalero y un -ahi queó pa el que no se lo creía-. Mis legionarios del perchel tienen bien ganado ese título a sangre y fuego. Puedo estar orgulloso del trabajo que Mi Padre ha realizado estos 5 años, creo que es algo incuestionable.
A la vez que vislumbré Caridad, la niña de mis ojos, Consuelo, en los años de inicios costaleros me embelesó para que al año siguiente fuera mi mano derecha en su zanco la que devolviera las caricias que siempre me habia brindado. Me dejé engañar y acabé metido hasta el corvejón, desoyendo los consejos paternos del modus operandi de cierto personaje. Me propusé un reto, y ahí está para la Ciudad Real cofrade y costalera. La cantera está asegurada si se sabe llevar. Vuelvo a sacar unas verdaderas y leales amistades de gente que, como yo, no se calla y dice las cosas por su nombre, por eso somos tachados de malos malísimos, pues "Señor, acuérdate de nosotros cuando llegues a tu reino". Manuel, Marce y Alberto, espero que esto sea para muchos años, más del doble de los que llevamos en la hermandad, que no son pocos.
Hoy por un "ron" con cocacola han llegado a mis papilas gustativas varios sinsabores. No poder ser partícipe de una efeméride tal, como la que tiene lugar en nuestra tierra bendita no es lo que duele, sino no poder hacer lo que soñaba hace ya varios años, pisar el mármol catedralicio con mi madre y darle verdadero sentido a una estación de penitencia.
Hoy los dos se miraron, y sintieron lo mismo que yo siento cuando yo los miro a ellos, y se les puso un nudo en la garganta, sabían quienes eran y lo que para mí significaban. María del Consuelo le desató las manos para que Jesús Cautivo pudiera acariciar su sofocada tez y así consolarla. Es la primera vez que se ven, y seguramente la única que lo hagan, pero se llevan mi alma dividida en dos. Hoy los he mirado a los dos, y se ha unido el alma que tiempo ha estaba partida. Desde hoy y hasta el domingo estaré más en calma que nunca porque os veré a los dos juntos, y no será cautivo tras una puerta, sino en vuestros majestuosos altares. Solo os pido una cosa: "dadme la mitad de lo que me habéis dado y mantenedme lo que de verdad quiero".
"Hoy los dos se han mirado, hoy he mirado a los dos, y mi garganta se quedó en la soga que sujeta el sayón y mis lágrimás reflejaban las suyas."
Texto y Fotografía: Ernesto Naranjo
Muy bonito Ernesto, preciosa reflexión de la verdad...
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