miércoles, 12 de noviembre de 2008

DIOS DE SEVILLA

He dicho a mis hijos que el viernes regresa el Dios de Sevilla a su templo de San Lorenzo. Que volverá dejando atrás los mimos de la clausura y las oraciones de unas hijas benditas del Cielo. El Señor cargará otra vez con nuestras peticiones, con las cosas íntimas que sólo se tienen con Dios. Lo hará despacio, secando en cada zancada una lágrima, apagando en cada chicotá un fuego del alma. Cada padrenuestro será una esperanza. Sus ojos serán de nuevo la luz del faro que guía nuestras horas. Porque los ojos del Dios de Sevilla son el espacio y el tiempo, el universo y los océanos, la tierra, las estrellas y el viento.

Les he dicho que el próximo viernes se volverá a parar el reloj de la ciudad, el pulso del cielo, la luz del infinito. Que intenten aguantarle la mirada. Así sabrán mejor cómo siente Sevilla.
He dicho a mis hijos que recen por Pedro Dormido. Que llevará un cirial en el corazón del Señor, dentro de su túnica. Que el camino que separa Santa Rosalía de San Lorenzo es breve en el adoquín y largo en el espíritu. Que si me ven llorar sólo piensen que su padre está viendo a Dios en ese instante. Que recuerden que su madre les dice todas las noches que el último beso es para Él.

Les he dicho que el viernes sentirán el repeluco de la historia, la sangre de sus antepasados navegando por las venas. Que el rostro del Dios de Sevilla sigue siendo la cuna de sus primeros sueños, el bastón de sus padres, el pañuelo y el agua. La vida.

He dicho a mis hijos que sale el Señor. Y casi basta. Porque conocen su rostro nuevo, su cara vieja y todas las espinas de la corona que abraza el verdadero poder del Padre. Y saben de sus heridas, de sus dedos, de sus manchas. Conocen su andar pausado, su mechón y sus andas. Rezaron desde pequeños a los vaivenes de lana de la túnica que tiñe la luna blanca en morada.

Les he dicho que el viernes regresa el Dios de Sevilla a su templo de San Lorenzo. Y ya están inquietos. Como los vencejos, como las monjas, como la tarde, como su padre…

Artículo: Víctor María García-Rayo para Pasión En Sevilla
Fotografía: Ernesto Naranjo

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