miércoles, 13 de enero de 2010

ZP, DE ARMAO EN EL CARTEL


ANTONIO BURGOS

Me encanta la pintura de Luis Rizo, el autor del baratillero cartel de Semana Santa de este año, esencia pura del Arenal y del Postigo, que viene a ser como una sevillana de El Pali cantada con los pinceles. Ves el cartel y hasta se huele el humo de los calentitos del puesto de Ángela.

A mí me suena muchísimo este cartel. Tengo en casa una como, digamos, primera versión: una pintura cofradiera de Luis Rizo con el Postigo como tema. Me la regaló Rogelio Gómez el de Trifón. Le encargó a Luis Rizo que me la pintara con la esencia del mejor cahíz. En el cuadro se ve el Arco desde intramuros, con su pétreo escudo de la ciudad; la capillita de la Pura y Limpia, esos cien gramos de Catedral que guardan a la Inmaculada ante la que se arrodillan los Papas de Roma. Y aparecen en el cuadro dos nazarenos, los dos de mi barrio, en el Scila y Caribdis eterno de Sevilla. Dos nazarenos azules como el cielo del Alfolí con las claritas del día del Viernes Santo. Un nazareno de La Carretería, hermano de luz de la Cofradía de la Virgen de la Luz, con su cirio encendido y la cera bajada en una parada del barco del Cristo de la Salud, y un nazareno de la Piedad del Baratillo, con su cíngulo rojo, que porta una bocina. Un cuadro, pues, sobre los duales del Arenal. Donde tenemos los dos tipos de cofradía: la de barrio, que bien podía ser de capa, que es El Baratillo, con «Caridad del Guadalquivir» sonando tras el palio de la Caridad; y la cofradía seria, de cola, que es La Carretería pasando ante los cierros del siglo XIX.

Y estábamos en esos otros cien gramos de café de provincias que son los veladores del Bar Correos de Hermosilla, vulgo La Ibense, cuando llegó un vecino con el cartel de Luis Rizo en la mano, enrollado como decimonónico canuto de licencia soldadesca. Venía de Yanduri. De la tradición que se acaba de inventar el Consejo, esa especie de bando del pregón que ha sido y será en el futuro la presentación del cartel. Lo desenrolló y nos lo enseñó. Me dije: «Pero si a este nazareno del Baratillo con la bocina lo conozco yo de siempre, ¿se habrá escapado el que está en casa en el cuadro de Luis Rizo?». Da gusto encontrarte en el cartel a alguien que conoces de toda la vida, como mi nazareno de la bocina del Baratillo. Y da gusto encontrarte con algo inaprensible que ha pintado maravillosamente Rizo: el Arco como fanal y reverbero de luz, reflejo de una candelería sobre la calamocha y los cristales de la cancela de la Pura y Limpia cuando está pasando un palio. Esa luz de candelería reverberando en el Arco, vista además desde extramuros, desde donde murió el costalero de Las Aguas, es lo que más me ha gustado del cartel. Al que no le falta un perejil: ni el techo de palio escupiendo las bambalinas, como decía el maestro Rafael Franco; ni los ángeles calenteros del Arco; ni la Cruz de Santiago de la Carretería; ni el Lignum Crucis de la Vera Cruz; ni la medalla de la Esperanza (de Triana, of course, estamos en el Arenal); ni el capataz Palacios de espaldas, mandando el paso; ni el escudo del Silencio. Como la bulla del cartel del año pasado, pero en simbólico.

Y el armao con el pájaro. Aquí viene la guasa. También lo conozco, como al nazareno de la bocina. Pero no porque sea el teniente de la Centuria, no. Será por influencia de la chirigota sevillana de «Los Pre-Paraos», el caso es que Luis Rizo ha hecho una mijita de Carnaval en el cartel. Porque ese armao que lleva el pájaro de la Centuria no es el teniente, ¡qué va a ser! Ese armao tiene toda la cara de Zapatero. ¿Quieren ver a ZP vestido de armao? Pues busquen urgentemente el original del cartel. O en Internet. En cuanto salgan estas líneas en ABC, ya verá usted cómo hay siete mil blogs cofradieros que cuelgan la ampliación de esa parte del cartel, para que todo el mundo vea cómo el cachondo de Luis Rizo ha puesto en el cartel a Zapatero vestido de armao de la Macarena.

Fotos: ArteSacro

No hay comentarios :

Publicar un comentario