domingo, 5 de agosto de 2007

Un Domingo chungo, tela de chungo

Hoy al despertar seguramente retumbarán en sus oídos, los acordes de unas cornetas y unos tambores, su habitación olerá milagrosamente a incienso, por todo el que se le ha ido prendiendo en la ropa, delante de aquel Misterio o de aquel Palio.

Hoy procederá a retirar de la chaqueta las últimas pegatinas de escudito o los alfileres con los colores de una hermandad de sus últimas mañana de capilleo. Al verlas recordará a aquella amiga o aquel vecino que se encontró, en esta capilla o aquella iglesia donde renovaron las siempre incumplidas promesas de verse mas a menudo.

Hoy aquella túnica que tenía impecablemente colgada de una puerta para que no sufriera la mas mínima arruga, ese capillo, que con las cuencas de los ojos vacía le miraba todas las noches antes de acostarse, hoy todos estos elementos están como descansado tendidos en un sillón, llenos de salpicones de cera; esperando que usted los meta en una bolsa grande y lo lleve mañana a la tintorería.

Hoy sevillano en la diáspora o visitante enamorado de ésta mágica tierra y sus tradiciones hará las maletas con dolor de su corazón para regresar a un sitio donde posiblemente hoy no le apetezca en absoluto regresar; pues está usted como imantado, como pegado por la cera al suelo de una tierra que es suya o como si lo fuera o quisiera que fuera.

Hoy recogerá de la mesa de su salón o despacho los programas que ha ido usando como cartas de navegación, donde tenia señalado aquella entrada o aquella salida o aquella esquina a donde va todos los años, a ver aquella hermandad que sin ser usted hermano, no se sabe porqué, no puede usted pasar sin verla.

Hoy, no es un día de depresión, es una incomprendida enfermedad muy dura para el que la padece y para los que rodean al enfermo; hoy mas bien, es un día en que nos embarga una tremenda tristeza, para los que vivimos y sentimos esto hasta el tuétano; es como esa llamada de la novia que acabábamos de dejar en su casa y nada mas llegar a la nuestra sonaba el teléfono para proceder a preguntarte: "¿Me añorabas?".

Pues hoy, mi querido lector o leal detractor, ayer al ver la Hermandad de La Soledad, poner a Dios gracia, broche de oro a una Semana Santa más y a una Semana Santa menos; con toda su carga de vivencias y experiencias, buenas, malas o regulares; con toda su carga de emotividad, de sentimientos de recuerdos para los que ya no están; hoy usted y yo, sentimos esa indescriptible sensación de vacío, como ese nazarenito que se ha quedado solo en un altar de insignias, sin insignias tras realizar una estación de penitencia.

Hoy si sonara el teléfono y fuera la Semana Santa de Sevilla la que nos llamara y nos preguntara si echamos de menos los que hemos vivido solo hace unos días o unas horas, responderíamos si dudar: "Si, con toda mi alma".

Pero también le digo una cosa, si usted hoy se ha levantado con el bajón, si le invade una tremenda tristeza, si se le viene uno tras otros esos momentos cofrades en el DVD de su memoria, amigo siéntase feliz porque usted esto lo vive y lo siente, desde lo mas profundo de su alma.

Desdicho aquel, que no experimente todo este cúmulo de sensaciones, pues entonces es señal que no ha vivido nada y no se ha enterado de nada. Saboree su añoranza, pues hoy estamos no en una Sevilla que no vemos, porque sencillamente la sentimos hasta en el lugar más recóndito de nuestro corazón.


Julio Domínguez Arjona (con algunos aditivos de Ernesto Naranjo)

Fotos: Ernesto Naranjo.

1 comentario :

  1. Holaaa!!!he visto tu pagina en interne. Soy una niña de sevilla y en verda m guta tela la semana santa xikiyo xk corre x las vena la sangre der arte,ese sentimiento con el k scribe la cosa no vea yega ar corason miarma, weno si m kiere agrega t deho aki mi msn ale???la_patry_poderosa@hotmail.com.muxo beseleh loko.

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