Caminaba desde mi trabajo, en una
calle desolada. Iba ligero y a la vez pensativo, debido al momento que nos
atrapa y nos confina, cuando la primavera estaba a punto de estallar. Sin embargo,
en esta primavera en la que permanecemos encarcelados en casa, en la que la luz
tan solo la podemos disfrutar tras la venta, pese a ser el tiempo de la Luz, me
di cuenta que se nos estaban escapando los besos que no estamos dando. Se nos están
yendo muchos besos sin dar, muchas caricias sin sentir, muchos sentimientos sin
vivir.
La primavera hace que el florecer
de un árbol, nos regale un estallido de besos en cada una de sus hojas al
brotar, que nos premie con un millón de besos, con el nacimiento y estremecimiento
de cada flor al abrirse, y regalarnos su color, su olor, su beso de azahar, de
almendro, de margarita, de amapola, y como no de la más bella de las Rosas.
Pero esta primavera, los besos,
se están dando con cuentagotas, por temor a que esta maldita tortura nos
atrape, o atrape a uno de los nuestros. Por eso hace falta poner el contador de
besos alerta, preparados para cuando todo esto acabe. Hace falta poner a punto
nuestros labios para que sean una metralleta de disparar besos.
La primavera es el tiempo de
besamanos a imágenes sagradas, a nuestros queridos titulares de las cofradías,
es tiempo de vida, y es el tiempo del Carpe Diem, y por contra en esta
primavera sin besos no debemos acostumbrarnos a que esto se haga eterno.
Atrapa todos y cada uno de esos
besos que la primavera nos está regalando en cada árbol, en cada flor, para
llenarte los bolsillos, para llenar tus
ojos, ahora enrojecidos por el dolor de no ver a los tuyos mas allá de una
pantalla, y aprovecha a soltar alguno cuando hables con ellos por medios tecnológicos,
y mándalos con mucha fuerza de manera virtual. El gesto es sencillo pero a la
vez importante, tanto para el que lo emite, como para el que lo recibe con
cariño, con amor, con amistad, con compañerismo….
Si no tienes hueco en los
bolsillos para acaparar más besos, guárdalos en el cajón, y así cuando vayas a
vestirte de nuevo para salir a la calle saldrán a borbotones con tu ropa. Te habrás
de impregnar de esos besos guardados tanto tiempo, como cuando te perfumas con
la mejor de las esencias, y te los habrás de llevar contigo cuando vuelvas a la
calle, a regalarlos en tu día a día.
No dejes que todos esos besos se
queden en el olvido, y haz una procesión de besos. Coge tu farol de guía, y con
la cara iluminada por la sonrisa de disfrutar de nuevo del aire de la primavera
y su luz, recorre cada esquina de tu vida, cada rincón de tu familia, cada
calle de tus amistades, y cada callejuela o plazoleta de tu trabajo, de tu
entorno, de tu día a día, de todo el que te rodea, regalando lo más sencillo,
un beso.
Esos besos que no has dado
durante este tiempo, no se deben perder, acércate a la Iglesia, y haz de un día
cualquiera, el día de la función principal de tu hermandad, y monta un
besamanos a tu Cristo o a tu Virgen, que seguro te está dando cobijo durante
estos días. Sal corriendo también a casa de tus abuelos que han quedado en
soledad y privados de tus besos, no olvides a tus padres, y comételos a besos,
y cuando la procesión casi haya terminado regresa a tu hogar, y búscate en los
bolsillos porque aun te deben quedar besos para los tuyos más cercanos, para tu
casa, a los que no has besado lo que quisieras, y que por seguridad, por miedo,
por respeto, por amor, se han quedado privados de tantos mimos encerrados, abrázalos,
y báñalos de BESOS….
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