Y sí, se fué, y nos queda su nostalgia, el desazón, pero no la Pena, ni la Amargura.
Se fué, y nos dejó el gozo, la alegría, la experiencia, la Esperanza, y sobretodo la gloria de amarla, de tenerla, de disfrutarla.
Nos quedará el recuerdo de haberla sentido, hasta en lo mas profundo, en los días mas exultantes que se recuerdan en la memoria, porque nos dejó paladearla.
Nos dejó una explosión de sentimientos, y de derroche de barrio cuando tan solo se presentía, cuando los días aun no eran lo grandes que anhelábamos, pero sin embargo el día es el día mas grande de un barrio, que se precia de sacar a la calle al diamante que mas alumbra junto al Sagrario del corazón de un barrio que se siente Perchelero. Que tarde de Viernes de Dolores, que paseo Señora, que Dulzura en tu caminar, que fuerza en el corazón nos dejaste regaladas entre notas de Marisma, y sabor a oración, a rezo de gente que te quiere por cada poro de su piel percherlera.
Y sin solución de continuidad también se nos fue un Domingo de Ramos pletórico de Ángeles de azul vestido, deslumbrante con una cofradia que goza y espera la Salud, como de buena salud goza otro barrio Esperanzado donde este año si, se pudieron pasear con su Reina a los sones de quizás la mas completa de las bandas que han sonado en esta semana, y si de bandas hablamos las oriundas son un orgullo para la ciudad, porque qué dos bandas suenan tras nuestros Cristos y Misterios.
La Pena se iba acercando conforme se iban marchitando los días Santos, y así de pronto, con una zancada enorme se nos marchaba el Martes Santo no sin antes ver la Luz de un Nazareno, que me dejo cegado, roto, absorto, aunque esa Luz esta bien cobijada, al regazo de quienes Lo quieren y que algún día quitará las vendas a quien quiera dejar pasar Su Luz.
La COFRADIA, salio como siempre, blanca, pura, maestra y punto de inflexión, aunque quizás un poco eterna a su vuelta, para de nuevo llegar a Ella, otro Jueves y este si, donde relucía el sol, que dejaba paso a lo morado, a lo añejo, al recogimiento, a la sombra en la pared de un Nazareno, Poderoso, Cadencioso, Morado....
Según pasaban las horas no quedaba mas, que tener Piedad, y rezar para que esto no acabara, una larga letanía, como largos y espigados eran los capirotes negros, que festín a la vista, en la tarde donde solo se puede tener Piedad, para no quedarnos en Soledad también negra y elegante, rancia, de cofradia que ha sabido encontrar el camino.
Y así se fué, y habrá que contar los días para volverte a ver, porque nos queda la dicha de saber que aunque te vas, pronto muy pronto, querrás volver...
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