Ya era hora de que en este alocado mundo por fin alguien le metiera las cabras en el corral a los pobres de espíritu que se están encargando de maldirigir nuestras cofradías y de destrozar el bendito oficio que muchos desarrollamos cada Semana Santa...
Ya lo dijo el pregonero:
"Había un tiempo donde los hermanos elegían al hermano mayor,el hermano mayor a su vez elegía a los capataces y, éstos elegían a sus costaleros..."
Esta noche la curiosidad me hizo pasar por delante de la puerta de la Capilla de San Andrés en la calle Orfila. Poco antes de llegar escuché un estruendoso aplauso, se abrió la puerta de la Capilla y por allí salió Manolo Vizcaya, el Pollero y sus auxiliares. Acababa de dimitir como capataz del misterio de los Panaderos, una cuadrilla que él convirtió en una de las mejores de Sevilla tras los derribos varios que se venían realizando antes de hacerse él cargo del martillo. Se me pusieron los pelos de punta, debió de ser muy emotivo vivirlo desde dentro sobre todo en esos momentos en que, vistiéndose por los pies, dijo cuatro cosas bien dichas a los miembros de semejante junta de desgobierno.
Hoy Vizcaya ha dado una lección, ha digníficado este oficio que año a año se empeñan en machacar esas juntas de desgobierno ansiosas de protagonismo y con poco que hacer. Vizcaya se va con sus costaleros, a esos a los que como perros han echado de un paso, sin tener en cuenta que son personas, que son tan hermanos de los Panaderos como los miembros de junta. Hermanos muchos porque se les obligó en su momento -¿y ahora qué?- y otros tantos miembros desde chicos de la corporación. Y además, sus costaleros se van con Vizcaya, demostrando un compañerismo que se echa en falta en muchas cuadrillas. Vizcaya se queda con un solo paso en Sevilla, pero no es óbice para que siga siendo uno de los mejores capataces de la ciudad.
Ahora llega el momento de que esos hermanos, tanto los obligados como los de toda la vida, metan las cabras en el corral a quien ha destrozado a su cuadrilla. Llega el momento de actuar en cabildos y que se traguen muchos la mentira del hermano costalero, esa mentira que sólo defienden para engrosar las arcas de las hermandades.
Ya está bien, los costaleros no somos sólo fuente de dinero, fuente de caprichos y señalados por normas estúpidas que jamás existieron. Es el momento de acabar con esto, por fin alguien ha dado el primer paso.
Enhorabuena Manolo Vizcaya, hoy es de esos días en los que, gracias a ti, uno se siente aún más orgulloso de ser y sentirse COSTALERO DE SEVILLA.
Espero que tu ejemplo cunda y que se acabe el miedo.
Sigue paseando como siempre al Cristo de las Penas y a todas las cofradías que estén por venir.
Y por supuesto que volvamos a verte delante del Soberano Poder.
Escrito por: "Kiski de Triana" (http://www.entretrianayalmeria.blogspot.com/)
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