viernes, 18 de julio de 2008
Hoy la memoria escoge el camino más corto para herirme porque al mirar sus fotografías, todavía, escuece el corazón. Porque, todavía, hay quien se para ante los muros de aquellas iglesias intentando buscar una sola explicación.
Tu no lo has vivido y, posiblemente, no sepas sentir los que ellos padecieron. Hijos de una ciudad en blanco y negro teñida de caos.
Aquel 18 de julio de 1936 hubo quien despertó oliendo el fuego. Las imágenes a las que le había rezado antes de abrazar la almohada ahora eran ceniza, cubiertas de polvo por las manos del odio.
En todo este tiempo se habían producido instantáneas como las de la Amargura o la Macarena, a punto de la clausura del temor. Hijas de un holocausto absurdo, enterradas en vida sobre cajas de madera.
Porque tal día como hoy hay hermanos de los Gitanos, San Roque o San Bernardo que perdieron parte de sus vidas. Parte que, a pesar de que la gran mayoría no lo han vivido, sigue escociendo al corazón.
Estampas del dolor y del recuerdo. Recortes de papel de aquellos dioses de madera humana, arrebatados, a la fuerza, de sus altares y que, de una manera u otra siguen vivos en la ciudad.
Hoy la memoria escoge el camino más corto para herirme.
Amargura desterrada en un cajon como un muerto, hasta que libero a Sevilla Queipo.
La Macarena 3/4 de lo mismo
Antiguo Cristo de los Gitanos destruido por las llama fraticidas, asesinas y republicanas.
Pedazos que quedaron del Señor de la Salud de San Bernardo.
Fotografías: Archivo ABC
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