domingo, 21 de abril de 2019

SUS MANOS

La vida, que pasa por Semanas vividas, da una nueva vuelta en el reloj del Domingo de Ramos. Atrás ha quedado la espera, la prisa porque  llegára, el pensamiento de lo que será, de lo que podrá ser y será o de lo que esperas que sea y .... no será.
El primer nazareno te eriza el bello, como cuando en la primavera, la flor rompe la capota y deja estallar La Luz, el color, y todo comienza de nuevo. La primera cruz de guía, te devuelve la emoción de un niño que ve llegar la Borriquita, que trae a sus lomos al que hace sonreír enseñando de nuevo a Zaqueo, la palmera, la pequeña borriquita, esa sonrisa es la que te atrapa, y te devuelve a tu estampa con pantalones cortos de mil rayas.
Cuando apenas te hayas dado cuenta, el tiempo, que inventára el hombre para controlar, lo incontrolable, y hacerlo esclavo de su invento, te volverá a demostrar que su tortura, de contar las emociones que se han de vivir, y de calcular los minutos para sentir, te juega otra mala pasada, y ves pasar a Dios retorcido frente a un Museo vivo, en el que las Aguas corren a borbotones cegándote la luz, y no dejándote ver qué otro día más se va.
Sin embargo las Penas, no te achantan, no te minan, y te hacen salir de nuevo a la calle, y dos miradas monaguillas, impacientes, te taladran, te fulminan tras el capirote y te hacen olvidar, que esto, no es más que una Semana más, otra Semana de tu vida, en la que los caramelos, las estampas, y esas albas llenas de luz son y serán la misma vida que pasa. Tú también fuiste el impaciente niño que quería salir con capirote, y hoy tras de él te emocionas al verlas abrazadas, sonrientes en una cofradía de negro, donde incongruencias de la Semana, son el grito en la noche, la voz que rompe el silente racheo de unos pies que transitan la ciudad despacio, cadencioso.
Y sus manos, siempre, sus manos me hicieron que casi sin Verlo este año, estuviera más cerca que nunca. Iban cumpliendo con lo escrito, amarradas a un destino, a una cera de penitencia, que habrían de dar y seguir pidiendo gracias.
Sus manos, que siempre están ahí, me hablaron de amor, de sufrimiento, de perdón, de dolor, de plegaria, de oración, de promesas, de angustias, de gratitud por lo pedido, de ruegos porque esto también acabe, de llantos, como los que estoy derramando ahora, por no comprender nada algunas veces, por tambalearme, y hacer tambalear mi fe, por seguir pidiendo Salud para los que la necesitan, porque eso es lo más importante. SALUD, para el que sufre, para la que da vida con su mirada, para la que da lecciones con sus pasos.....
Ayer tenía delante de mí las Penas y hoy tengo delante de mí Tus manos, esas que derrochan Bondad, esas a las que no quise mirar el miércoles e irme lejos, y Tú, tonto de mí, me las pusiste más cerca que ningún año, delante de mis ojos durante toda la estación de penitencia, para demostrarme que el Amor, y la Bondad, está tan cerca como tú quieras. En sus manos.

Por eso no lo has de buscar más, porque ya se ha ido, y no te ha dejado que lo veas más en ningún día más de esta Semana de tu vida, se ha ido y se te ha escapado de las manos otro año más y tan solo te ha rozado no te ha apretado fuerte con sus manos. Se ha ido, por eso no tienes que buscarlo entre los muertos, ha resucitado, se ha ido, pero siempre tendrás Sus manos, porque la Bondad nunca se va, está permanentemente viva tan cerca como tú quieras, aunque no quieras mirarla.

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