Quizás estés ahí siempre, pero yo
algunas veces no te encuentro. Quizás no te busco todos los días pero siempre
te encuentro. No dudo de tu paciencia, ni de tu perseverancia pero yo a veces
te anhelo. A lo mejor no siempre te llamo, espero a ser llamado. A lo mejor me
das cuerda, para que cabalgue de nuevo a tus marismas y después del cansancio
vuelva a tu encuentro. O a lo mejor no
me buscas porque sé que te tengo.
Yo te veo cobijado en brazos de
la que más quiero, pues una madre aunque lo dudes, siempre es lo primero. Una
madre que te acuna que te enseña y te da salud, consuelo, te libra del dolor y
siempre te espera a tu vuelta. Una madre es la que te da la luz como buena
intermediadora, una madre te comprende y
te atiende aun el desaliento. Una madre que te da de nuevo vida y no la tuya
sino la que nace de tus adentros, pese a que tu no llegues ni a sospechar lo
que es la vida porque nunca la tuviste dentro.
Hoy vuelvo a mirarte, y se que te
tengo. Hoy vuelvo a sonrojarme por atreverme a ponerme tan cerca. Hoy vengo de
nuevo con el alma encogida y la voz muda por no saber ni que ponerme para
vestir mis entrañas.
Quizás estés ahí siempre al cobijo de una madre que
es la que yo mas quiero. Quizás te busco y yo no te encuentro, pero me basta saber
que eres el hijo predilecto, el de los zapatos de oro de un pueblo que tiene
por reina a una madre que es la Gloria
de los Cielos.